Íconos gastronómicos italianos en el mundo hay muchos. Entre ellos, sin duda, está el Tiramisú.

 

Mascarpone, huevos, azúcar café y cacao. Pocos y deliciosos ingredientes para formar uno de los postres más famosos y replicados en lo restaurantes de todo el mundo.

 

Una preparación relativamente “joven” (nació en 1970 en Treviso, en la región italiana de Veneto) cuyo “padre”, Ado Campeol, acaba de fallecer a los 94 años de edad.

 

La suya es una historia mágica, hecha de tradición y entrega, que llegaría a su cumbre justamente con la “invención” del Tiramisú.

 

Alba y Ado Campeol

Aunque, en realidad, Campeol no fue quien inventó el Tiramisu, sino la figura clave para que el postre se diera a conocer, convirtiéndose en embajador de la gastronomía italiana en el mundo.

 

Es el 1970 y Campeol es el propietario del restauran «Alle Becchiere”, histórico local de Treviso que pertenece a su familia desde 1939 y que representa un eje gastronómico, social y tradicional para la ciudad.

 

Es entonces cuando, durante la preparación de un postre típico a base de huevo y azúcar, la esposa de Campeol, Alba, y el chef del restaurant, Roberto Linguanotto, deciden añadir mascarpone para adensar la textura.

 

 

(Hay versiones de la historia según las cuales no se trató de una decisión consciente, sino que de un error: una cuchara con mascarpone cayó en la mezcla y, al sacarla, Alba la probó quedando impactada por el resultado inesperado).

 

Sea como fuere, la innovadora mezcla con mascaropone resultaba ser infinitamente mejor: acababa de nacer el Tiramisú. Lo que Ado y Alba Campeol aún no se podían imaginar era el éxito planetario que llegaría a tener.

 

Y fue en este aspecto donde Ado Campeol se convirtió en una figura clave, ya que primero en su restaurant y luego como presidente de la “Associazione ristoratori”, explotó el potencial de la receta certificada con acta notarial por la Accademia Italiana della Cucina.

 

Desde una pequeña cocina de un pequeño restauran familiar a las mesas de miles y miles de personas. Hoy en día, a la muerte de Campeol, el Tiramisú es un imprescindible en la carta de postres de centenares de restaurantes alrededor del planeta.

 

Y que se respete la receta original o que lleve alguna modificación, su magia queda inalterada: un equilibrio entre el delicado dulzor del mascarpone, el sabor contundente del café y el amargor del cacao que, a cada bocado, nos habla de Italia.