Según lo que cuenta el autor romano Varrone el 21 de abril del años 753 a.C. Romolo fundó a la orilla del Tevere una aldea. Siglos después aquella aldea se convertiría en una ciudad que, por su grandiosidad, su importancia y su increíble belleza, se apodaría “La Ciudad Eterna”.

 

Nada que decir Romolo ¡lo hiciste bastante bien!

 

 

Eje político, social y artístico del imperio más importante de la antigüedad, sede del Vaticano, cuna de algunos de los más innovadores movimientos artísticos de la historia, capital de Italia y mucho, muchísimo más… para contar los 2773 años de Roma no sería suficiente una vida entera.

 

Demasiadas son las pliegues, pequeños y grandes, que se han sedimentado uno sobre el otro moldeando a través de los siglos su forma y su alma inalcanzable.

 

Porque todavía hoy no cabe la menor duda de que como Roma no hay otra ciudad en el planeta.

 

Lo saben los romanos que gozan de su belleza cotidianamente, lo saben los italianos todos que adoran su capital, lo saben los turistas que la aman y la llenan en cada época del año. Y sobretodo lo saben los artistas y los creativos (de cualquier época), que desde siempre la eligieron como hogar para crear, experimentar e innovar.

 

Pregunta retórica: ¿Alguien conoce otro lugar en el mundo donde se pueda tocar con mano el futuro, el presente y el pasado, escudriñando en vivo las capas de la historia… y todo con una buena copa de vino en la mano durante una fresca jornada primaveral?

 

 

Y hoy más que nunca, en plena emergencia coronavirus con sus calles y plazas vacías hundidas en un silencio irreal, Roma conserva una grandiosidad sin tiempo, un poder atractivo que es a la vez abrumador y esperanzador. Como si quisiera enviar un afectuoso y sabio mensaje de energía para estos días complicados.

 

Este año, desde luego, la emergencia ha impedido celebrar como en pasado el “Natale di Roma”; aun así muchas han sido las iniciativas online.

 

Entre las más impactantes está la propuesta del Mibact, el Ministerio de los Bienes y Actividades Culturales, que ha homenajeado la Urbe con un vídeo timelapse que muestra uno de los primeros efectos especiales de la historia: cada 21 de abril, a mediodía, el sol entra en el Pantheon por el oculus con una inclinación perfecta para centrar el portal de entrada. ¿Por qué? Pues así cuando a esa hora exacta el Emperador cruzaba el umbral del templo todo su cuerpo aparecía como moldeado por la luz.

 

Algo así como dos mil años antes de Hollywood…

 

 

Y el sol… bueno quien haya conocido Roma sabe que cuando la el sol la besa su belleza sublima. Por esto quizás  el poeta Orazio lo invoca en una de sus líricas compuesta en el 17 a.C. por orden de Augusto para celebrar la grandeza de la ciudad:

O sole vivificatore, che sul fulgido carro riconduci la luce del giorno e la nascondi e spunti sempre diverso e sempre il medesimo, possa tu nulla illuminare più grande di Roma!

 

Buon compleanno Roma!