Conocido como el deporte del pueblo por sus orígenes campesinas, el ciclismo se ha convertido en el curso del último siglo en uno de los deportes más apasionantes para el público italiano.
Los ciclistas, hijos de una Italia tendencialmente campesina, se han transformado con sus hazañas en héroes populares por sus logros obtenidos con un esfuerzo que en ocasiones parecía sobrehumano.
Hasta los años sesenta el ciclismo era, sin duda alguna, el deporte más popular en Italia. La gente llenaba las calles para presenciar el rápido paso de sus héroes. En los bares se discutía la última etapa del Giro de Italia o del Tour de France, con las noticias traídas por las páginas rosadas de la Gazzetta dello Sport y por la radio. Los mitos del ciclismo les contaron a los italianos sobre su pobreza y su aspiración a una vida mejor. Los campeones eran personas que venían solo de las clases bajas, acostumbradas al cansancio; en el barro y la lluvia, no vivieron una vida dorada.
El ciclismo más de cualquier otro deporte ha representado las trastiendas de la historia italiana. Es suficiente mencionar los afiches de la Roma ocupada por los alemanes que prohíbe el uso de la bicicleta por que instrumento importante para los hombres de la “Resistencia”. Estremecedora es la acogida de los ciclistas del Giro de Italia después de la segunda guerra mundial con los edificios todavía destruidos por los bombardeos, y el relato de Gino Bartali acerca de la llamada telefónica de Alcide De Gasperi en que le pide de ganar el Tour de Francia para calmar los ánimos de las personas después del atentado a Togliatti en 1948.
Grandes han sido los campeones italianos que han hecho famoso este deporte y leyendarias las rivalidades entre algunos.
Ganna, Bottecchia, Girardengo, Guerra, Binda, Bartali, Coppi, Magni: pedaleando en pesadas bicicleta de hierro y caucho en carreteras a menudo sin pavimentar, son hombres que ayudaron a forjar una nación que tuvo que ser inventada. En el Giro de 1949, cuando Coppi ganó con una ventaja de 12 minutos en la histórica etapa 17 de Cuneo-Pinerolo después de haber recorrido 250 km en bicicleta y pasado cinco pasos de montaña, los italianos se dieron cuenta de que la guerra finalmente había quedado atrás. Fue un momento importante para la mentalidad de las personas.
El deporte, especialmente cuando nos enfrentamos a una rivalidad como aquella entre Bartali y Coppi, es tan importante como la literatura, tal vez más, dada su popularidad. Y Fausto Coppi y Gino Bartali representaron una de las rivalidades más grandes en la historia del ciclismo. Eran la personificación exacta de una Italia dividida en «bartalistas» y «coppistas». Su desempeño tenía tanta repercusión, que en el Tour de France de 1952 protagonizaron una de las imágenes más emblemáticas del deporte. La fotografía fue captada por Carlo Martini en una de las etapas del Tour y muestra como dos eternos rivales comparten una botella de agua en plena competencia. ¿Quién fue el responsable del acto de generosidad?
Parte de la historia del ciclismo italiano es relatada en el documental “Il colore della fatica” que con imágenes históricas muestra algunos importantes episodios del ciclismo italiano.
Entre los años ’60 y 70 es Felice Gimondi el protagonista del ciclismo italiano, ganando todas las grandes competencias europeas: el Giro d’Italia (3 veces), el Tour de Francia y la Vuelta de España. Felice Gimondi, campeón nunca olvidado, falleció hace unos días con setenta y siete años, despertando en miles de aficionados italianos el recuerdo de sus gestas.
En 1994, el ciclismo descubre otro gran campeón. Se llama Marco Pantani: el joven alcanza la victoria en dos épicas etapas de aquella edición del Giro de Italia, enfrentándose a campeones del calibre de Indurain. Pero es en 1998 cuando ese joven se consagra como verdadera leyenda, vistiendo en la misma temporada la “maglia rosa” en Milán como campeón del Giro d’Italia y la “maglia gialla” en París como campeón del Tour de France. Inolvidable, en aquella carrera, la mítica etapa alpina de Les Deux Alpes en la cual el “pirata” (así era apodado) conquista una ventaja de nueve minutos sobre su directo rival alemán Jan Ulrich.
Y así llegamos a la actualidad, con el último heredero de la gran tradición ciclística italiana, Vincenzo Nibali. “Lo squalo”, “El tiburón” como le dicen, es entre los pocos que han ganado las tres Grandes Vueltas, la Vuelta a España en 2010, el Giro de Italia en 2013 y 2016, y el Tour de Francia en 2014. Nibali, si bien en un momento histórico en el cual el ciclismo parecería haber quedado un poco atrás en las preferencias deportivas nacionales, supo volver a encender aquella chispa de pasión que los italianos siempre guardan en la sangre cuando se habla de grandes hazañas arriba de una bicicleta.
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