El pasado 23 de marzo representa una fecha histórica para la cocina italiana: el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Agricultura unen sus fuerzas por primera vez y anuncian que el Gobierno italiano ha nominado «La cocina italiana, entre la sostenibilidad y la diversidad biocultural» como Patrimonio Inmaterial de la UNESCO.

La candidatura de la Cocina Italiana como Patrimonio Mundial de la UNESCO ha sido promovida por los ministros de Agricultura y Soberanía Alimentaria, Francesco Lollobrigida, y de Cultura, Gennaro Sangiuliano. La Comisión Nacional, presidida por Franco Bernabè, ha aprobado la candidatura en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Ahora el Ministerio de Relaciones Exteriores remitirá el expediente a la UNESCO para iniciar el proceso de evaluación, que deberá concluir en 2025.

«Es una decisión que realza lo que consideramos un patrimonio nacional de muchos italianos», ha comentado el ministro Sangiuliano, «no sólo de los que viven en Italia, sino también de los 70 millones de italianos que viven en el extranjero y de todos los extranjeros que aman el estilo italiano».

Según el ministro, gracias a esta candidatura se fomenta la idea de calidad de vida italiana, que también se compone de excelencia alimentaria.

 

 

Hablar de cocina italiana implica a toda la cadena de suministro, desde el productor hasta el elaborador, pasando por el criador. En el dossier de candidatura, la cocina italiana se define como un conjunto de prácticas sociales, rituales y gestos basados en el saber local que la identifican y connotan. Un mosaico de tradiciones que refleja la diversidad biocultural del país.

«Un estilo de vida que ve su máxima manifestación en la convivialidad, síntesis de creatividad y cuidado», explica Sara Roversi, presidenta del Future Food Institute e impulsora de la Dieta Mediterránea, patrimonio de la UNESCO, «un modelo de desarrollo que, a lo largo de los siglos, de la tierra a la mesa, nos ha permitido heredar una riqueza de biodiversidad y paisajes única en el mundo y contar historias e identidades a través de los platos de la cocina tradicional». La comida es vida, alimento, es vehículo de valores, cultura, salud, la comida es socialidad. Comer es un acto esencial, pero requiere conciencia y conocimiento. Para nosotros, la conciencia de ser todos mediterráneos».

Un reto clave para toda Italia.

 

 

El expediente ha sido elaborado por el profesor de la Luiss Pier Luigi Petrillo, que en el pasado se ocupó de las candidaturas de la Dieta Mediterránea y los pizzeros napolitanos como patrimonio de la UNESCO.

Existe un gran entusiasmo en el sector agroalimentario por la candidatura, cuyo el anuncio llega al mismo tiempo que el récord histórico de exportaciones agroalimentarias Made in Italy en el mundo.

 

 

Según los últimos datos de Unione Italiana Food basados en estudios del ISTAT, en 2022 se exportaron a todo el mundo 2,4 millones de toneladas de pasta italiana, por circunscribirlo todo al producto más representativo de nuestra cocina. Las exportaciones a los países de la UE representan el 65,2%, mientras que el 37,8% se destinan a países extracomunitarios, encabezados por Alemania, con 440 mil toneladas, por delante del Reino Unido, con 296 mil.

 

 

La candidatura de la cocina italiana ha sido aplaudida también por Federcuochi (la Federación de los chefs y cocineros italianos), que ha indicado que «los chefs son los principales embajadores y custodios de este patrimonio cultural».

Al respeto, el chef Massimo Bottura ha comentado: «la cocina es una embajadora privilegiada porque alimenta dos veces, el cuerpo y la mente. La gente viene a Italia deseosa de visitar y experimentar de primera mano nuestras maravillas. Nuestros restaurantes son como talleres renacentistas contemporáneos: hacemos cultura, somos embajadores de nuestra agricultura, hemos desarrollado un turismo enogastronómico extraordinario».