Con la sólida victoria contra Bélgica, la Azzurra accede a las semifinales de la Eurocopa. El martes 6 se medirá contra España para un puesto en la final de Wembley.
Ahora sí se puede soñar. Es más: se debe.

 

Antes del partido del viernes Italia venía de cuatro triunfos casi perfectos y muchos habían presentado el cuarto de final contra Bélgica como una especie de prueba de madurez para la selección Azzurra.

 

Si bien, para un equipo joven y al comienzo de su ciclo como es Italia, quedar eliminado habría significado todo lo contrario a un fracaso; haber ganado confirma que se trata de un grupo altamente competitivo ya listo para pelear un título tan importante como la Eurocopa.

 

Una vez más nos encontramos comentando una victoria sobresaliente. Y no solo por el resultado (2-1), sino que sobre todo por la prestación.

 

No era fácil contra un adversario de ese nivel (Bélgica ocupa actualmente el puesto n°1 en el ranking Fifa). Sin embargo los muchachos de Mancini han jugado con plena conciencia de sus medios, aplicando una intensidad y una calidad al juego que, por lo menos en el primer tiempo, ha sido excelente.

 

 

Los dos goles lo demuestran. Uno, el de Barella, es una declaración de pura fuerza y deseo de ganar; el otro, el de Insigne, es una joya desvelada por la creatividad del jugador napoletano.

 

Como ha ocurrido antes, si bien Italia dominó parte del encuentro supo también sufrir, encerrarse y hasta gozar del defenderse. Hasta conquistar el triunfo.

 

Ahora no hay más pre-táctica o frases para la prensa. Italia es un candidato a levantar la copa y lo ha demostrado. Pero para poder conseguir un boleto a la final hay que vencer a una de las selecciones más ganadoras de las últimas décadas: España.

 

Nunca, en la historia del fútbol italiano, ha sido un partido fácil… ni lo será esta vez.

 

¿Los Azzurri lograrán superarse a sí mismos, adueñándose de un lugar en Wembley?