La pandemia mundial del COVID 19 ha lanzado un nuevo desafío para los arquitectos de todo el mundo.

Los meses pasados encerrados en nuestras viviendas han demostrado que los espacios donde vivimos ya no se limitan a lugares de descanso o esparcimiento. Las casas y los departamentos se han debido convertir en oficinas, lugares de estudio, e-commerce y hasta gimnasios.

 

En Italia ya podemos encontrar ejemplos que se inspiran en los conceptos de eco-sustentabilidad urbana y que presentan soluciones compatibles con el estilo de vida urbano post COVID.

 

El diseño del barrio Le Albere en la ciudad de Trento, elaborado por el arquitecto italiano Renzo Piano, es uno de estos. Inaugurado en 2013 reconvierte el sitio de una vieja planta de neumáticos en desuso en un barrio que devuelve a los ciudadanos de Trento una parte de ciudad abandonada recuperando la relación con el centro histórico y con el río Adige. El complejo ocupa 11 hectáreas con 300 departamentos, 30 mil metros cuadrados destinados a oficinas y tiendas, otros 30 mil metros cuadrados ocupados por plazas, calles y avenidas peatonales y ciclovías. Dispone de un centro cultural polifuncional y del MUSE, el nuevo museo trentino de ciencias naturales.

 

Existe consenso entre los profesionales de la arquitectura que es necesario que las viviendas futuras incorporen elementos modulares, tecnologías y materiales que permitan que los espacios se adapten rápidamente a un distinto uso.

 

Los edificios deberán contemplar áreas para el smart working de las familias y el e-learning de los más jóvenes sin ocupación adicional de suelo. Deberán contar con un mayor número de espacios intermedios: patios, jardines y terrazas representarán verdaderas válvulas de descompresión entre interior y exterior.

 

Pasar más tiempo en casa implicará también lograr una reducción de los costos relacionados a la electricidad y calefacción de los espacios con un recurso mayor al uso de energías renovables a través de instalaciones comunes de autogeneración energética y el soporte de la tecnología digital para un consumo más eficiente.

 

También las oficinas deberán transformarse. Probablemente desaparecerán las oficinas open space y la tecnología digital deberá permitir que las puertas se abran sin tener que tocar la manilla y el ascensor funcione con un comando vocal para no tener que manipular el panel.

 

 

Tanto en el domicilio como en los lugares de trabajo será importante usar materiales con características antibacterianas y fácilmente lavables. Más espacios, pero también más soluciones para prevenir el contagio.

 

Las ciudades también sufrirán una transformación. Las veredas serán más amplias para permitir la circulación de las personas manteniendo la distancia de seguridad. Todos los servicios necesarios, como colegios, comercio, restaurantes, servicios, espacios públicos y áreas verdes deberían ser ubicados en proximidad del domicilio. La ciudad podría convertirse por lo tanto en una constelación de eco-barrios en los cuales sería posible prescindir del uso del automóvil para los desplazamientos. Se generaría una mejor calidad de vida y un positivo impacto ambiental.

 

La arquitectura, el urbanismo y la tecnología tendrán que ser capaces de transformar este periodo de crisis mundial en una ocasión para identificar y construir soluciones para adaptar el nuevo estilo de vida impuesto por la pandemia con las necesidades diarias de las personas.