En vista del encuentro de hoy a la 11:30hrs “Italo Calvino e la cultura popolare” con el Profesor Alessandro Portelli organizado en el marco de la “Cattedra Italo Calvino” de la Facultad de Letras UC (inscripciones aquí), esta nueva cita con la rubrica curada por el IIC Santiago “La Mediateca aconseja” les propone la lectura del volumen Fiabe italiane de Italo Calvino.

 

 «Yo creo esto: que las fábulas son verdaderas» así empieza Italo Calvino, en 1956, su recorrido por la tradición popular italiana, guiado por la convicción que las fábulas son explicación de la vida y catálogo de todos los destinos posibles.

 

Ya durante el siglo XIX la atención entorno al tema de la cultura popular había crecido, dando vida a numerosas revistas en las cuales antropólogos, etnólogos y psicólogos – animados por una finalidad científica y de recuperación – habían publicado la transcripción fiel de fábulas, directamente dictadas por quienes las seguían contando.

 

Pero la intuición de Calvino fue la de crear un libro que fuera popular no sólo por su fuente, sino que también por su destinación: un libro cuya lectura resultara placentera y cautivante. En dos años transcribió en italiano doscientas fábulas de la tradición popular. Con el claro propósito de volver accesible a los lectores italianos (y extranjeros) el mundo fantástico contenido en estos textos dialectales, indescifrables para muchos.

 

En su introducción a Fiabe italiane, Calvino utiliza la metáfora de la zambullida, de un salto en frío y con calculada indiferencia hacia un asunto que no lo apasionaba, pero que de forma imprevista se convirtió en obsesión clasificatoria y luego en deseo de divulgación. Calvino es cautivado, escribe «por la natura tentacular y aracnoides de la fábula, por su propiedad más secreta: su infinita variedad e infinita repetición».

 

El trabajo de Calvino consistió en elegir las versiones más originales, singulares y preciosas. Con dos objetivos: representar todos los tipos de fábula y representar también todas las regiones de Italia. Para cada fábula Calvino indica – junto al título – un lugar: esto no significa que el texto proviene de aquel lugar, ya que las fábulas se difunden por doquier, sino que aquel lugar supo donarle a la fábula un color, una atmósfera particular.

 

En las fábulas italianas el rasgo dominante es el maravilloso, sin embargo – para seguir con la metáfora de Calvino – el trampolín para este salto al fantástico queda siendo la realidad; una fuerza de realidad que por entero estalla en fantasía: «las fábulas» concluye Calvino «no podrían darnos mejor lección poética y moral».

 

Se las aconsejamos todas, pero estas son nuestras sugerencias:

Sfortuna (Palermo) 30. Il principe granchio (Venezia) 2. L’uomo verde d’alghe (Mentone) 67. Testa di Bufala (Montale Pistoiese) 86. Prezzemolina (Firenze) 161. Rosmarina (Palermo) 116. La finta nonna (L’Aquila) 37. Il bambino nel sacco (Udine)

 

Fiabe italiane está disponible para préstamo digital aquí.