En ocasión del Día Internacional de la Mujer, queemos compartir una historia de lucha para la paridad de género protagonizada por una de las más relevantes autoras de la literatura italiana del siglo XX: Sibilla Aleramo

En 1960 fallecía Sibilla Aleramo, una entre las más famosas y controvertidas letradas italianas del siglo XX: su voz refleja la valentía necesaria para elegir libremente el propio destino.

Sus ojos la traicionaban: indomables en los últimos días como al principio, cuando aún se llamaba Marta Felicina Faccio y vivía en una Italia donde todos –los hombres, la familia, la sociedad- le imponían de bajarlos.

A los treinta años tomó su vida y la plasmó en un libro abiertamente escandaloso, la primera obra literaria que ponía en discusión la dedicación materna: “Una donna” (una mujer). Era el 1906, las madres burguesas criaban los hijos e iban a la iglesia, las demás trabajaban por un sueldo indecente en las empresas de tabaco, en las empresas textiles, en el campo. Henrik Ibsen ya había escrito “Casa de muñecas” y desde Noruega el vientos de las polémicas soplaba sobre toda Europa: en Milán estaba activa la Unidad femenina nacional, de la cual Sibilla Aleramo era partidaria.

 

En Italia en los diarios, en los ambientes culturales y políticos se comenzaba a debatir de los derechos de las trabajadoras y de la emancipación femenina. La novela de Aleramo cayó en este contexto con la fuerza sin pudor de una autobiografía. Sin hacer nombres (los personajes son nombrados por roles: esposo, madre, hijo…) denunciaba la condición de las mujeres y reclamaba la paridad de género. El éxito fue inmediato, en Italia y en el extranjero. Fue definido el primer libro feminista en Italia, aunque no siempre las feministas amaron su autora.

Después de haber visto su madre apagarse en un manicomio tras una vida sometida, mendigando migas de amor, sacrificando su vida para el cuidado de la familia y de haber sido violada por el hombre con el cual se casó en un matrimonio de reparación, Sibilla renunció a todo, hasta al muy amado hijo, con el objetivo de salvarse a sí misma y convertirse en lo que quería ser: una persona libre.

Sibilla luchó constantemente en diferentes maneras contra esa sociedad represiva, contra el patriarcado autoritario, y para la liberación de las mujeres. A los 53 años, pese a ser una famosa literata, periodista y activista pasaba hambre viviendo en un desván. Pidió a Mussolini ser nombrada miembro de la Accademia d’Italia: su petición fue rechazada. Con la guerra se dedicó a describir la muerte y la destrucción y, terminado el conflicto, se dedicaría con pasión a la política.

Amaba el talento, y se prendía con la poesía. Tomaba lo que deseaba, pidiendo pasión a su existencia. Pues el amor, como dice el título de su última obra (Amo dunque sono), ha sido siempre el único punto estable en una existencia vertiginosa, seindo una herramienta que le permitía hacer suyo el mundo y conectarse consigo misma.

Una vida valiente, contada en su obra más importante: el diario que redactó sin interrupciones desde 1940 hasta sus últimos días. Sibilla Aleramo moriría pobre, pero libre. Dueña de su propio destino.