La semana pasada hablamos de alimentos, de cantidades y de equilibrio (Lee aquí la columna). Hoy cerramos con una pregunta fundamental si hablamos de Dieta mediterránea y de Chile: ¿Es aplicable este estilo de vida aquí a las faldas de los Andes? Y sobre todo ¿Existe en Chile una zona climática de tipo Mediterráneo? Los expertos de la PUC intentan contestarnos.

La alimentación tradicional chilena: una dieta de tipo mediterráneo

Centro de Nutrición Molecular y Enfermedades Crónicas y Departamento de Nutrición, Diabetes y Metabolismo Escuela de Medicina, Pontificia Universidad Católica de Chile

Además de la cuenca del Mar Mediterráneo, existen otros cuatro ecosistemas de tipo mediterráneo localizados entre los paralelos 30º y 45º de latitud norte o sur con sus costas mirando al occidente, entre los que se encuentra la región central de Chile.

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Ecosistemas mediterráneos del mundo

Asimismo, la producción agrícola de la zona central de nuestro país comprende productos similares a aquellos de países mediterráneos, siendo el aceite de oliva, fritas y verduras, frutos secos y el vino, los más representativos por su uso en este tipo de alimentación. Utilizando datos de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la dieta consumida por los chilenos en la década de 1990-99 mostraba similitudes a la dieta mediterránea tradicional de España e Italia en los años sesenta. Sin embargo, algunos estudios recientes muestran una baja adherencia a este patrón dietario en nuestra población, aunque carecemos de datos basados en una muestra con representativa nacional.

Por otro lado, la gastronomía tradicional chilena posee varios platos distintivos que utilizan ingredientes y formas de preparación similares a la dieta mediterránea. Así, platos como el charquicán, el caldillo y los porotos granados contienen productos vegetales cocidos y se preparan en base a un sofrito. Asimismo, ensaladas de tomate con cebolla y apio palta y los pebres son mezclas ricas en antioxidantes y fibra, derivadas del uso de cebolla, ajo, apio, tomate, perejil, ají y cilantro. Además, la palta es un alimento propio de nuestra cultura que se caracteriza por un bajo aporte de grasas saturadas y elevado en ácidos grasos monoinsaturados como ocurre con el aceite de oliva en el Mediterráneo.

Por lo tanto, Chile presenta grandes oportunidades y ofrece una enorme potencialidad para desarrollar e incrementar el consumo de una dieta tipo mediterránea. Los esfuerzos dirigidos a mejorar los estilos de alimentación no saludables en la población chilena han limitados. Mediante el diseño y la implementación de políticas públicas adecuadas, nuestro país podría acrecentar su producción de alimentos mediterráneos destinados al consumo local, contribuyendo a que la población chilena disponga de una alimentación de mayor calidad nutricional que promueva su salud previniendo la tasa creciente de enfermedades crónicas.